Thursday, November 29, 2007

Será el final?

Estoy a una semana de terminar la univerisidad, mi ánimo no es el de los mejores; corro el riesgo de echarme dos ramos. En qué piensa mi mente?, sólo en terminar, terminar para poder respirar tranquilo.
Qué tiene que ver la foto?, quizás la expresión del rostro de Madonna refleje un poco mi angustia, 'Don´t cry for me...', vaya que sí.
Lo que más recuerdo de dicha época es una célebre frase de Madonna para la prensa, "Cómo quieren que luzca glamorosa si tengo cinco meses de embarazo". Comentario digno de una Diva, o no?

Monday, November 05, 2007

¡Diles que no me maten!


— Por suerte esta vez el golpe no fue tan fuerte —

«¿Y el moretón Cecilia, el moretón?»

—¡Bah, nada que un poco de maquillaje no pueda cubrir! Gracias a Dios… ¡no, gracias a Dios no, después de todo el también es hombre!, gracias a la madre de éste que se inventaron los maquillajes.

«¿Fueron en realidad los maquillajes inventados con el único propósito de embellecer a la mujer?, la verdad es que yo tengo mis dudas, más bien creo que fue inventado por un incivilizado como mi marido que también abofeteaba a su mujer por el sólo hecho de no gustarle el vestido que llevaba puesto.»

Reflexionó Cecilia frente al espejo mientras cubría con el maquillaje milagroso; el puñetazo que su marido le propinó la noche anterior, —¡Porque tenía ganas de pegarte no más!—; fue el motivo del golpe del día. —Ayer fue porque hablé más de lo debido, mañana porque respiro y pasado porque existo—.

Hacían el amor cada tres meses, (si es que a las casi violaciones a las que era sometida, podía llamarse hacer el amor), pero una patada, una bofetada, un puñetazo en el ojo, eran pan de cada día; el pan nuestro de cada día.

«Por él fue inventado el maquillaje, para así tapar en el cuerpo maltratado de la mujer sus culpas, sus frustraciones, su peso de ser hombre, su represión de ser hombre.»

—¡Hay espejito, espejito, dile que no me maten!—

Recordó el día en que se graduó con honores de la Universidad; su padre era el más feliz, pero también el más apenado, —su única hija, su niñita hermosa— se iría a Estados Unidos a trabajar.
Como le rogó el padre al cielo para que su niñita hermosa no se fuera, que hallara en esta tierra el trabajo que tanto anhelaba en esa otra. Que hubiese un hombre que la flechara y la convenciera de quedarse.

—Y ahí está el hombre papá, se llama Roberto y es el padre de mis dos hijos.
También estaba dentro de sus planes el irse fuera de Chile. A los meses de casados me confesó que al momento de conocernos, sintió por mí amor a primera vista. Hoy, a diez años de matrimonio, y mientras me patea el vientre, sigue sintiendo por mí el mismo amor a primera vista de aquél día.

Parece el maquillaje no era de tan buena calidad como pregonaba la publicidad, las lágrimas habían acabado con el delineado de los ojos y el moretón que pedía a gritos no se le censurara para esconder la verdad, volvía aparecer.
Hacía un esfuerzo dantesco para evitar llorar desconsoladamente como deseaba, al menor ruido se podía despertar la bestia, y eso sí que sería el fin, sobre todo si se le despierta antes de la hora que acostumbra levantarse para ir a trabajar.

«Ahora además de cubrir el moretón, habrá que cubrir las ojeras producto de no haber dormido nada.
Y que les diré a las vecinas cuando pregunten que me pasó, —nada, Tomacito que me dio con uno de sus juguetes en la cara—

—¡De nuevo Cecilia?!, si la semana pasada no más andabas con el brazo morado, vas a tener que castigar a ese chiquillo mal criado, mira que así como vas, te va terminar matando —

—¡No, no, diles que no me maten—

—Shu, shu, tranquila, tranquila, todo está bien—

Tuvo dificultad para abrir los ojos, a su alrededor había cuatro enfermeras, lo último que recuerda es el espejo trizado y el rostro casi endemoniado de Roberto detrás suyo, el hombre que mientras azotaba el rostro de Cecilia contra el espejo, seguía susurrándole al oído:
—Eres el amor de mi vida—
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* El título de este relato correponde al cuento, ¡Diles que no me maten!, del gran escritor mexicano, Juan Rulfo. Como trabajo universitario se nos pidió crear nuestra propia versión de dicho cuento. Ésa es la mía.