Sunday, May 31, 2009

No eres tú, soy yo

Veamos que tiene que decir Manuela Martelli, —a propósito de su reciente entrevista para la revista Ya de El Mercurio con motivo de “Navidad”, la nueva película de Sebastián Lelio (La Sagrada Familia), que ambos promocionaron en el reciente Festival Internacional de Cine de Cannes—, de seguro tiene para decir sólo frases inteligentes. No trago mucho a esta Señorita, y desde su celebrado debut en “B-Happy” de Gonzalo Justiniano (2003) que viene apareciéndoseme; ¡claro!, cinematográficamente hablando antes de “B-Happy” ella no existía, y sólo bastó esa película para que los críticos de cine la elevaran al olimpo que es trono sólo de algunas.
Desde ya me confieso para con ella un resentido. Ni mis estudios superiores (en universidad privada, por cierto), ni mis dos viajes al extranjero, ni siquiera mi homosexualidad asumida han sido suficientes para romper con los prejuicios que siento hacia ella, por haber estudiado en el Saint George y luego teatro en la Universidad Católica, porque tal ves no quería ser ninguna aparecida, ni que sus colegas la apuntaran con el dedo, después de todo Gloria Münchmeyer hay una sola que, de una en un millón, sólo una, como la Münchmeyer, tiene el talento suficiente como para no haber estudiado teatro y convertirse en la actriz que es; quizá por eso Manuela Martelli decidió estudiar teatro, para que un título avalara el talento que dicen, ella tiene, sobre todo en estos tiempos, en que sólo se vive de apariencias.
No bastó más nada, sólo una excelente critica por su actuación para que las ofertas le llovieran; luego vendría “Machuca”, y de nuevo los epítetos de “la actriz revelación” o la “gran promesa”. ¿Qué tiene esta chica que están todos encantados con ella?, tanto que Justiniano la llamó la “Amélie chilena”, y The New York Times la describió como un cuadro de Goya, ¿qué hay en ella?, que incluso Alberto Fuguet rogó para que Manuela Martelli no llegara a la televisión y así no se corrompiera, como si la caja cuadrada sí lo hubiese hecho con Tamara Acosta, María Izquierdo, Aline Kuppenheim, entre otras grandes actrices que se mueven entre el teatro, el cine y la televisión.
¿Será su carisma?, ya que estamos en Chile y me asumo como resentido, ¿será su apellido?, ¿o en realidad la jovencita es talentosa?, el propio Andrés Wood, su director en “Machuca” y “La Buena Vida” la define: “el cine es un formato muy complicado y a veces no acepta actores de teatro muy buenos. Manuela es de esas personas que tienen una conexión muy especial con la cámara, ella posee esa característica de los buenos actores, de siempre guardar y cuidar su parte más lúdica. Algo que no se relaciona con la edad ni el aspecto físico (porque Bélgica Castro, a su edad, también la tiene). Más bien se relaciona con la necesidad de querer seguir aprendiendo, experimentando, en constante cuestionamiento” en un testimonio a la revista Ya en octubre de 2008 como parte 25 aniversario de la revista.
Poco y nada sé de actuación, asumo y de nuevo confieso que muchas veces me dejo llevar más por la imagen que por la interpretación, juzguen ustedes entonces si el papel de Aline Kuppenheim en “Machuca” es digno de llamarse una buena actuación, porque lo que es yo, lo encontré “soberbio”, —para ponerme a tono con el tipo de calificativos que los críticos le dan a algunas actuaciones— pero ojo, yo adoro a Aline Kuppenheim, y considero el papel lo interpretó a la perfección, no así Manuela Martelli, (a pesar de que su director la considere como una especie de bendición, él dice suerte, para su película) tiendo a pensar mi rechazo hacia ella por su condición privilegiada, es mucho más fuerte que mi objetividad, pero tranquila Manuela, no eres tú, soy yo.
Y quizás Manuela, seas talentosa como ninguna, pero sigue habiendo en tus interpretaciones algo que no me conmueve, que no toca mi a veces frío corazón, por supuesto que “Machuca” me conmovió, pero en su contexto general, y tal ves la intención de Fuguet, —esa de que ojalá no llegues a la televisión—, cobre sentido, en especial porque a una actriz como tú, que en Argentina tienen como de culto; y en Chile es admirada por un séquito de intelectuales, difícilmente será reconocida por el común de la población, porque, chatarra o no, la televisión es el único medio por el cual la gente de menos recursos tiene la posibilidad de ver una película en donde hayas actuado tú, (eso por supuesto, tres o cuatro años después de su estreno, siempre y cuando la película sea comercialmente rentable como para comprarla y transmitirla por televisión), pero tranquila Manuela, no eres tú, soy yo.
Manuela, juro ante éste, —mi espacio sagrado—, si algún día llego a entrevistarte (para que me hables de tus nuevos proyectos, de tu quizá para entonces, tercer o cuarto paso por Cannes, de cómo has crecido espiritualmente, de tus intenciones por dirigir una película), antepondré por sobre todas las cosas la ética y la objetividad de mi profesión, por supuesto mucho más que mis intereses personales, aunque… por más que me esfuerce, siempre habrá algo dentro de mí que revele mi resentimiento.