Estoy aquí

Si bien ya terminé la universidad; aún estoy a la espera de los resultados de dos exámenes de los cuales dependo para pasar sin cargo de conciencia alguno a segundo año. Lo bueno es que ya estoy más tranquilo, el estrés por cumplir ya pasó, y después de haber dormido mal durante un año, hoy de nuevo vuelvo a tener un sueño profundo, de nuevo vuelvo a soñar, y lo que es mejor, vuelvo a acordarme de mis sueños.
Soñé muchísimo este año, pero solo de dos o tres me acuerdo en profundidad, en especial de aquellos que fueron un fiel reflejo de la realidad que acontencía en mis días por entonces. Siempre he creido en mis sueños, ellos son mi fe y mi religión, y hasta el día de hoy no se han equivocado.
Y después de los ajetreados días de clases, del ir y venir, qué?, llevo apenas una semana de haber salido de clases y ya extraño la universidad; extraño los nervios que me producía entrar a clase de metodología, en donde no volaba una mosca, en que, un día después de la primera entrega de nuestro proyecto de investigación, nuestra querida profesora nos devolvió a todos el trabajo, porque dijo que estaba malo, que no habíamos entendido nada. Nos dio una semana más de plazo, pero a cambio, (no si antes decirnos que en la vida nada era gratis), agregó a nuestro proyecto un ítem más a desarrollar, además de quitarnos a todos un punto base.
Mis malos resultados en este ramo no son más que producto de la pésima educación secundaria que tuve, pero como dije en un comienzo, no quiero caer en resentimientos, el daño ya está hecho e imagino, todavía hay tiempo para poder reparalo.
Pero la pregunta a responder es a que dedicarme estos casi tres meses sin ir a clases, (por supuesto aparte de trabajar), estaba en mente el ordenar el desastre en que terminó convertida mi pieza, retomar mis clases de yoga, ver las muchas películas que no vi durante el año, pero nada de eso he hecho aún. Mi cuerpo todavía se está reacomodando a mis nuevos horarios, para que decir mi mente, que, como escribiría Cortázar en su cuento Casa Tomada, "estábamos bien, y poco a poco empezábamos a no pensar. Se puede vivir sin pensar".
En el transcurso de este año que pasó, tenía pensado escribir algo así como que de lunes a viernes no pensaba, almenos no en temas que acontecían a mis estados anímicos. Se puede pensar en los estudios como en una especie de alienación?, me encantaría alguien pudiese responderme, ya que veo la enajenación como algo negativo, peor aún si es a través de los estudios. Deseo creer en que no, puesto que los estudios son para alimentar el espíritu del hombre, no enajenarlo, a pesar de que la realidad es para estar enajenada de ella.
Bueno, demasiado profundo para un día como hoy, (lunes). Antes de terminar este post, no puedo dejar de agradecer a todos aquellos que fielmente siguieron comentándome, gracias por entender la situación de un estudiante-trabajador, prometo ponerme al día con vuestros post.