Monday, August 18, 2008

¡Hay!, que difícil es a veces la vida del estudiante

A un año y medio de carrera he aprendido a jerarquizar cuando se trata de elegir, (entre la entropía que a veces produce el exceso de información), cuando una noticia es importante o no; o al menos según la relevancia, el lugar que la noticia debe de ocupar. He aprendido de la intencionalidad que se esconde detrás de un título, de una fotografía, de poner por ejemplo una información de Piñera al lado de un titular que atañe a la concertación o la propia presidenta Bachelet, todo por supuesto dentro de un contexto y muy dependiente de la línea editorial de cada medio.
Por ello es que en este humilde blog me rijo a algunas reglas del periodismo que nunca está demás usar, y que por lo demás en un par de años más serán parte de mi profesión. Por esa razón es que en esta oportunidad no puedo hablar por ejemplo de una película que considere hermosa, de un tributo a una de mis tantas Divas o de la Madre Teresa de Calcuta, (según las situaciones que en mi vida merezcan mi respeto) después de un post tan banal como el anterior, por muy humorística que haya sido la situación, y acúsenme de cartucho o de poco transgresor si quieren, pero esas son normas que por lo menos trato de cumplir.
Tomando eso en consideración es que pasaré a relatarles lo que según yo, se adapta mejor a la situación. Trabajaba yo en un reportaje (encargado por mi profesor), sobre la LGE (ley general de educación), cuyo enfoque sería los sectores disidentes de la Concertación que están en contra de la ley, y por tanto en contra de su aprobación en el Senado, entre ellos Carlos Montes, Marco Enríquez Ominami, y el propio presidente de la Comisión de Educación, Alejandro Navarro, entre otros. Sumados los ex de DC Adolfo Zaldívar y el Presidente del Colegio de Profesores, Jaime Gajardo, (los dos últimos no son parte de la Concertación, pero tendrán ingerencia para votar en contra de la ley).
Titánica tarea, más aún cuando mi profesor requería fundamentos políticos que justificaran la negativa a aprobar la ley. Debo de confesar que no me instruí mucho en el tema, (mal para un estudiante como yo que desea ser un profesional de calidad), pero en un reportaje como ese, que me obligaba a seguir todo el conflicto de la educación, leer en profundidad la antigua y nueva ley, los fundamentos de los detractores, etc… En una semana era imposible, menos aún para alguien como yo que no sólo estudia, sino que también trabaja y con surte tiene tiempo para divertirse. Cuanta razón tiene mí profesor en decir que los temas más mediáticos, son los más difíciles de investigar, esto porque encontrar algo nuevo en donde ya se ha dicho casi todo, es muy complicado, una pena no se haya acordado de recordarme eso para mi reportaje sobre la LGE.
En fin, de lo poco y nada que pude leer sobre el tema, llegué a la débil y quizás tautológica hipótesis, (por mi falta de mayor argumentación), de que el Señor Gajardo y Navarro se estaban uniendo al presidente de la Cámara Alta, Adolfo Zaldívar, (en un escenario que se parece cada vez más al de la destitución a la ex Ministra de Educación Yasna Provoste), sólo en un acto de conveniencia, y justamente eso fue lo que le pregunté al presidente del Colegio de Profesores:

-Señor Gajardo, ¿no cree usted que es jugar a desleal, unirse a alguien que puede considerarse enemigo por haber votado a favor de la destitución de Yasna Provoste?-

-… (silencio)-

El Señor Gajardo se mueve incómodo de un lugar a otro, un periodista tanto o más joven que yo, (supongo que ya egresado y de algún medio influyente), le pide una copia del proyecto de ley, al que el Señor Gajardo accede a entregar con gusto. Lleva en las manos una pequeña tasa con café que espera se le vierta el agua, (estamos en el colegio de profesores en donde acaba de terminar una conferencia de prensa que explicaba los motivos de por qué ellos, -honorables diputados, senadores y representantes del pueblo y compañeros- están en contra de la ley). Sigue sin responderme, y con una mueca que simula una sonrisa, me dice:

-Póngase en contacto con mi secretaria para agendar una cita…-
Y se fue el “compañero” Gajardo, me dejó hablando solo, por suerte no con la mano estirada porque tuvo él la amabilidad de estirarme su mano. Será que soy un pobre estudiante que tuvo ese trato conmigo. -¡Supiera usted Señor Gajardo donde yo trabajo, estoy seguro que su actitud hubiese sido distinta, pero ya ve usted, no voy por la vida tomándome atribuciones que no me corresponden!-
Después de ese trago amargo tuve la posibilidad de hablar con el Señor Navarro, al que le hice la misma pregunta y quien tuvo una actitud distinta. Me mira directo a los ojos, se arregla el pelo hacia atrás, mete las manos a los bolsillos y me dice:

-Yo voté a favor de Provoste…-

-¿Pero cree usted que hay una actitud de conveniencia, tomando en consideración el poder del cual goza hoy el Señor Zaldívar, para unirse a él y votar en contra la ley?-
(No recuerdo la pregunta haya sido así de elaborada, pero la idea era más o menos esa)
-… (silencio)-
-Más aún en un escenario que se parece mucho a la destitución de la ex Ministra de Educación-
-… (silencio)-
-Jefe, estamos listos…- le dice un hombre que de seguro es su asesor personal, quien lo espera en el ascensor. Navarro va hasta la carpeta con los muchos papeles que carga, y saca una tarjeta de visita con letras grabadas en oro, tarjeta que me regala, seguro con la "intención de que lo llame para concretar una cita".
Llamada que nunca llegó a concretarse porque después de eso no me quedó más ánimo de seguir investigando. Me desilusioné y me resigné a que mi profesor me pusiera un uno, (por suerte no fue así porque antes le había entregado otros reportajes en los que me había ido mejor), pero dicha situación me sirvió para reflexionar. Tratar de entender el deseo incontrolable de esos personajes públicos por figurar, por como se arrastran y son capaces de vender hasta el alma al diablo con tal de acuñar alguna de sus declaraciones en los medios que siempre terminan recogiendo el guante.
Para desgracia mía eso sí, el periodismo exige estar bien con Dios y con el Diablo, pero no casarse con ninguno de los dos.